Lola tiene 39 años. Se incorporó al mercado laboral
hace más de dos décadas, mientras estudiaba Ciencias Políticas, carrera
que no llegó a terminar. Los primeros años trabajó en formación como
autónoma y luego en dos multinacionales, en diferentes tareas, durante
largos periodos de tiempo. Cobraba más de 1.000 euros. En 2006 empezaron
a sucederse los contratos temporales con sueldos bajos, alternados con
periodos más o menos largos de paro.
Hace dos años
llegó a una situación límite: "No encontraba trabajo y se me había
acabado la prestación. Tenía lo justo para pagar el piso y los gastos,
pero apenas me llegaba para comer". Y tomó la difícil decisión de volver
a casa de sus padres. Pero, poco a poco, empezaron los síntomas de una
depresión: "Hace unos meses la situación se me hizo muy difícil de
manejar. Tenía una tristeza infinita, un cansancio físico terrible,
lloraba constantemente, nada me motivaba, no era capaz de concentrarme
en nada... Fue mi doctora de cabecera la que me aconsejó empezar a tomar
antidepresivos".
El cuadro médico de Lola no es un caso aislado. Un
informe de la Organización Mundial de la Salud
presentado la semana pasada en Londres relaciona directamente crisis
económica y salud pública tras analizar 53 países. "Con un 52% de
desempleo juvenil, el más alto de Europa, España se enfrenta a una
emergencia sanitaria", destacó durante el acto Michael Marmot, director
del Instituto de Igualdad Sanitaria del University College de Londres y
coordinador del estudio, en el que han trabajado más de 80
especialistas de diferentes disciplinas a lo largo de casi tres años.
Entre los efectos del desempleo y la desigualdad, el informe señala el aumento de los problemas mentales y
los disturbios sociales y, a la larga, un empeoramiento sanitario de
la población, la transmisión generacional de la pobreza y la falta de
oportunidades, un incremento de los delitos y un mayor índice de
suicidios, que crecen de forma proporcional al desempleo.
"Estudiamos los determinantes sociales de la salud, que están
empeorando con la crisis: la calidad de la vivienda, la situación de
los barrios, las políticas sociales y el empleo", explica Joan Benach,
profesor e investigador de salud pública y salud laboral en la
Universidad Pompeu Fabra, y uno de los expertos que ha participado en
la elaboración del documento. Y resume así la conclusión principal: "No
tener empleo es malo para la salud. Los desempleados sufren una
cascada de problemas: son más pobres, sufren más estrés y depresiones,
tienen más probabilidades de ser alcohólicos, e incluso mueren antes".
El informe habla de una tasa de mortalidad un 20% más alta entre los
parados. Si bien, como recoge el estudio, aclara Benach, lo realmente
determinante es la calidad del trabajo, ya que la precariedad laboral
puede tener efectos similares, entendida "como vulnerabilidad de los
trabajadores, salarios bajos, falta de derechos y de protección social,
e incluso el hecho de que, aunque el trabajador tenga derechos, no
pueda ejercerlos por miedo al despido". Es decir, que aquí entrarían la
temporalidad, pero también el empleo informal, por horas...
Durante este último tiempo Lola ha trabajado en el servicio doméstico
de manera discontinua. "Yo soy de las afortunadas y he estado
contratada, pero no nos sirve para nada, porque no tenemos derecho a
desempleo. La cotización es para cuando nos jubilemos y, viendo cómo
están las pensiones, seguramente no lleguemos a cobrarlas", dice con un
tono entre la rabia y la melancolía. Ahora mismo trabaja por horas en
diferentes casas y sin contrato.
Las cifras de una sociedad enferma
El doctor Manuel Martín García, presidente de la Federación de
Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), detalla en
números el impacto de la crisis en la salud: "En los estudios que hemos
realizado hemos observado que, desde 2008, en España la mortalidad
general ha crecido un 4%; la mortalidad evitable, más de un 2%, y la
esperanza de vida ha descendido unas décimas". En cuanto a los
trastornos mentales, los últimos estudios muestran que han aumentado en
un 19,4% las depresiones severas; en un 8,4%, los desórdenes ansiosos; y
en un 4%, el alcoholismo. "Y eso que aún no tenemos datos de 2012 y
2013, que previsiblemente serán peores".
Las cifras
sobre suicidios en Europa señalan un incremento de un 4,2% en la tasa
general; y de un 11,9%, entre la población juvenil, lo cual "resulta
especialmente relevante, porque en los últimos 20 años la mortalidad por
suicidio había descendido en todos los grupos sociales. Y pronto
veremos en España más homicidios, que en Grecia han aumentado hasta en
un 27% desde el comienzo de la crisis", alerta el presidente de la
FADSP, en línea con el informe de la OMS.
Lola ha
sido testigo de esta extensión de los problemas de salud mental en su
propio entorno: "Me costó decidirme a tomar antidepresivos, porque tenía
el prejuicio de que te dejaban atontada y no te dejaban ser tú misma,
pero entonces descubrí un amplio mundo de amigas y amigos que los habían
tomado, los habían podido dejar y seguían vivos", relata con el humor
que le permite el asunto. Y matiza: "Conozco a mucha gente en
situaciones complicadas, sobre todo mujeres que rondan los 50 años, con
cargas familiares y en paro o a punto de perder su trabajo".
Con todo, Lola es capaz de ver el lado bueno de este momento: "Al final
aprendes a relativizar las cosas y a ver lo positivo desde la nada. Soy
capaz de vivir con aún menos de lo que había tenido antes, soy libre
para largarme cuando quiera y, sobre todo, vivo más el presente. Además,
el hecho de que las enfermedades mentales estén aflorando ayuda a
normalizarlas". Tras casi un año de tratamiento, Lola se está planteando
dejar la medicación, pese a que el futuro se presenta igualmente
incierto: "No veo muchas perspectivas de que esto cambie, de encontrar
un trabajo que me permita poder irme de casa de mis padres".
"La sanidad pública no está preparada"
Para el presidente de la FADSP, "la situación a largo plazo va a ir,
sin duda, a peor". A las previsiones negativas sobre el paro, que el
Fondo Monetario Internacional acaba de calcular en
un 26,9% al finalizar este año y en un 26,7% para el año que viene,
por encima de lo que anunció en abril, Martín García añade el hecho de
que la sanidad pública "no está preparada para atender este aumento de
los problemas sanitarios", debido a los recortes y a las barreras cada
vez mayores para acudir a los servicios de salud.
"En los centros de atención primaria hay más pacientes por médico y cada
vez son más difíciles de realizar los programas de promoción y
prevención por la falta de recursos –precisa–. En los hospitales también
se ha reducido el gasto,
se ha despedido a muchos médicos y enfermeras
y se están amortizando las plazas vacantes de los médicos jubilados,
que no se reponen". A esto hay que sumar el copago farmacéutico "y lo
que viene, el Real Decreto 16/2013, en el que se propone una
cartera de servicios suplementaria
y complementaria, lo que significa que habrá que pagar por servicios
que hasta ahora eran gratuitos, como mamografías, reproducción asistida y
planificación familiar".
En opinión de Lola, estos
recortes de derechos y servicios tienen un objetivo claro: "Yo creo que
el mapa que han trazado los poderes políticos y financieros es el de la
precariedad. Estoy segura de que en unos meses habrá más empleo, pero
con trabajos mucho peores. Están utilizando la crisis para tener a la
gran mayoría de la población en una situación precaria y a una minoría,
enriqueciéndose".
Es más, ella considera que este
plan se está desarrollando desde hace ya tiempo, y que hay una parte de
responsabilidad en esa mayoría precarizada que no reacciona: "David
Harvey dijo que las sociedades hipotecadas están inmovilizadas. Gran
parte de la gente está hipotecada y, así, ni política ni sindicalmente
se puede hacer nada, porque esas personas van a estar tranquilas con
cualquier trabajo, aunque sea de 12 o 14 horas y con horas extra, con
tal de poder seguir pagando sus hipotecas". Y se enciende al afirmar:
"Nos están llevando hacia lo gris, hacia una vida sin esas cosas que nos
alegran, como salir a la calle, al bar, a museos, a comprar libros... Y
yo me niego a eso. Tenemos que exigir lo que es nuestro".
El informe de la OMS afirma que "la crisis económica no puede ser
excusa para la inacción", sino que, al contrario, tiene que servir de
llamamiento para actuar con urgencia. Para revertir esta situación de
"emergencia sanitaria", sugieren algunas recetas como el fomento del
empleo con formación y acceso a prácticas, y el aumento de las ayudas
sociales a los parados.
Para Michael Marmot, "es
urgente promulgar políticas económicas y sociales que den un futuro a
los jóvenes". El coordinador del estudio fue más allá y se atrevió a
hacer una recomendación muy concreta a nuestro país: "Me preocupa que
las medidas de austeridad impuestas a España, Grecia y Portugal estén
aumentando el desempleo entre la población joven. El Gobierno español
debe enfrentarse a la troika y decirle que deje de imponer medidas que
hacen daño a su población". El documento llega a la conclusión de que
"todos los países europeos, ricos o pobres, pueden tomar medidas para
mejorar la salud de su población; es cuestión de prioridades".
fuente: http://www.eldiario.es