Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma tal vez haya sido la
más popular de las "precuelas” estrenadas en la década de los noventa
que tomaban como base un éxito monumental del cine de ciencia ficción,
pero no fue la primera: cuatro años antes de que George Lucas castigara a
los nerds del mundo con tres de los peores bodrios de la historia del
cine, un aguerrido (y, la verdad sea dicha, oportunista) cineasta alemán
puso manos a la obra de llevar a la pantalla grande (o pequeña,
dependiendo del tamaño de tu televisor) la precuela de la inolvidable E.T. El Extraterrestre, dirigida por Steven Spielberg en 1982.
Una película alemana basada en un filme estadounidense con subtítulos
en portugués y una protagonista extraterrestre. ¿Será que la
internacionalidad de la película obró en contra de su potencial para
conquistar una audiencia amplia y/o premios en los festivales de cine?
Para infortunio de los fanáticos del film que hizo de Drew Barrymore
una precoz superestrella, al parecer a los grandes estudios de Hollywood
no les pareció suficiente que la película continuara una historia
querida por el público (si no me equivoco, la original es la película
más taquillera de la década de los ochenta) o que contara con la
brillante actuación de Mary Millmann en el papel protagonista; E.T: La Vagina no se estrenó en cines y tuvo una muy limitada distribución en vídeo.
Según la opinión de algunos especialistas (yo, principalmente), si esta
película de 1995 hubiese sido estrenada sólo un año después, en el
llamado "año del cine independiente" en que pequeñas producciones como Fargo y Secretos y mentiras
se impusieron a las superproducciones hollywoodenses, muy probablemente
su historia se hubiese escrito de un modo diferente. Pero bueno,
dejemos lo pasado y centrémonos en el título que hoy nos ocupa.
Una extraterrestre hembra es enviada a nuestro planeta con la misión de
observar a los seres humanos y aprender sus costumbres. "Debo ser
cuidadosa para no asustarlos", dice la intrépida viajera interestelar.
Llega a una hacienda en un lugar no identificado de la Alemania de
finales del siglo XIX e inicios del XX. Un caballero y una dama cuyos
nombres desconocemos comparten una tarde de ocio, que deciden amenizar
practicando un poco de metesaca.
Nuestra ingenua protagonista no entiende lo que está viendo. "E
melhor observar para ver se aprendo. Estao practicando uns dos costumes
estranhos. Talvez possa imitá-los. Fazendo o mesmo, posso aprender seus
costumes. Se eu usar meu dedo, talvez possa sentir o mesmo que eles", dice. Ya véis que con los subtítulos portugueses no es difícil seguir la trama.
Dispuesta a practicar lo recién presenciado, nuestra heroína se dirige a
la habitación contigua, donde sorprende a una bella chica que explora
la sensualidad de su propio cuerpo. La chica se asusta al ver al
visitante, pero entonces...
¡Nuestra visitante recibe una calurosa y entusiasta bienvenida
terrícola! ¿Será que la chica es una antepasada de la Drew Barrymore de
la película original? No tenemos la menor duda de que sí (Nunca me han besado no nos hizo olvidar que Drew, de joven, era requeteputa).
Las nuevas amigas son descubiertas por un par de caballeros, que como
era de esperarse se sorprenden ante la extraña apariencia de la
extraterrestre.
La encantadora criatura comparte con sus huéspedes su deseo de
aprenderlo todo acerca de nosotros. Al parecer, en el pasado no tenían
tanto miedo como nosotros de ser víctimas de una invasión
extraterrestre, así que con singular entusiasmo los tíos aceptan
enseñarle cómo se hacen las cosas aquí, en el planeta Tierra.
A la viajera espacial se la calzan sus nuevos amigos, a su vez
agradecidos por compartir con tan distinguida visitante nuestras
costumbres. Mientras contempla el espectáculo de la humanidad, la
extraterrestre tiene una epifanía; finalmente lo ha comprendido todo y
sabe cuál es su misión en la Tierra.
Y así termina la película. ¿Qué creéis vosotros que el director trata de decirnos con este final?
fuente: http://www.vice.com
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