BARCELONA // Manfred
Max-Neef (Valparaíso, Chile, 1932) redescubrió la economía en los montes
peruanos. Cara a cara con las comunidades indígenas, se dio cuenta de
que todo lo que sabía como brillante profesor de Berckley no le servía
para nada a la hora de comunicarse con esas gentes. “En el momento en
que miré a lo ojos a la pobreza, me quedé mudo”, afirma este economista y
ambientalista chileno, que en 1983 obtuvo el Right Livelihood Award,
considerado el Premio Nobel Alternativo de Economía.
En la década de los 50
llegó a ser directivo de la petrolera Shell. Hasta que decidió dejar la
empresa privada y, como afirma, “poner los pies en el barro”. Algo que,
asegura, es el gran déficit de los economistas actuales, que “son los
que menos entienden el mundo real”. La Marea ha tenido la
oportunidad de conversar con él en una fugaz visita a Barcelona. Con la
experiencia de su avanzada edad, augura un futuro muy negro para las
generaciones futuras. Más cuando, desde la crisis de 2008 y el rescate
de los actores financieros que la provocaron, se ha llevado a cabo “una
de las peores monstruosidades de la historia”.
Este otoño se
cumplirán seis años de la caída de Lehman Brothers, considerado el
pistoletazo de salida del crack financiero que aún sufrimos. ¿Cómo
valora la gestión de la crisis que han llevado a cabo las autoridades
económicas, capitaneadas por el FMI?
Todo lo que ha ocurrido
es una conexión de cosas que no hay que hacer. Para mí, lo más
desconcertante y preocupante es que no importa cuántas veces quede en
evidencia que ciertas políticas económicas son desastrosas; se sigue
insistiendo en las mismas. Los economistas se creen científicos, por lo
menos decidieron ser científicos los neoclásicos, a finales del siglo
XIX. Para ser científicos decidieron que la economía se pareciera lo más
posible a la física, con lo cual hicieron una serie de inventos
absurdos y modelos matemáticos que son verdaderos disparates. Además, si
la economía fuese una ciencia y los economistas, científicos, actuarían
como científicos; ¿y cómo actúa un científico cuando una teoría
determinada falla? Inmediatamente se ponen con toda la intensidad a
buscar cuál es la alternativa a esa teoría, porque esta no funciona, y
¡se destierra y se acabó!
Pues eso es exactamente lo que los economistas parecen hacer.
¡No lo hacen! Tienen
actitud científica cero, se insiste en los mismos errores. Lo que
ocurrió desde octubre de 2008 es, a mi juicio, una de las peores
monstruosidades de la historia. Con todas las especulaciones, la basura
que vendían los bancos, absolutamente repugnante… de repente se ven en
una situación crítica y hay que hacer todo lo imaginable e inimaginable
para salvar a los delincuentes. O sea, no se salva a las víctimas, las
víctimas no tienen ninguna importancia, lo que importa es salvar a los
delincuentes, a los que provocaron la crisis. Y en cuestión de un par de
meses logran juntar a nivel de todo el mundo, para salvar a esos
delincuentes, del orden de diecisiete billones de dólares.
Sí que había dinero…
El informe de la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura), de poco antes de octubre de 2008, indicó que para superar
el hambre en el mundo se necesitan del orden de 30.000 millones de
dólares al año. Divide diecisiete billones por treinta mil millones:
obtienes seiscientos años de un mundo sin hambre. ¿Dónde estaba esa
plata? Yo mismo, que trabajé en las Naciones Unidas años atrás, hasta
hace poco estaba convencido de que era verdad que no alcanzaban los
recursos para resolver el hambre. ¡Pero sí hay mil veces más recursos
para salvar a los delincuentes! Eso, para mí, es tal vez el acto inmoral
más grande que se ha cometido en la historia de la humanidad.
Cómo explica que
se recete austeridad a Europa y luego el economista jefe del FMI
reconozca el “error” a la hora de valorar el impacto de las medidas. ¿No
sabían lo que iba a ocurrir?
No hay que ser
economista, ¡es cuestión de sentido común! Si tú no tienes nada,
perdiste la casa, perdiste tus ahorros, y yo te digo: ‘¡Pero sé más
austero!’, se llega a lo que llegaron ustedes aquí en España; nunca
había ocurrido, que en España llegara un momento en que muera más gente
por suicidios que por accidentes de tráfico. Y yo pregunto, ¿esos
suicidios eran realmente suicidios? ¿O eran asesinatos de un sistema
económico perverso? ¿Qué manera tienes de ser más austero cuando no
tienes nada? ¡Pegarte un tiro! ¡Esa es la máxima austeridad! Eres un
patriota, porque ayudas a la economía al eliminarte. Esa es la
situación. Para mí, desde un punto de vista científico, ético, moral,
desde todo punto de vista, todo lo que ha ocurrido es una asquerosidad
inconmensurable, y que va además contra el más elemental sentido común.
¿Qué lógica tiene hacer sufrir a una población hasta los extremos más
indecibles para beneficiar a la economía? ¡Si la cosa es al revés! La
economía está para servir a las personas y no las personas para servir a
la economía. ¡La economía no es Dios! Las consecuencias son que una
economía como esta mata a más gente que todos los ejércitos del mundo
juntos, pero no hay culpables. Todos esos muertos son muertos impunes.
¿Responde a una cuestión de ineptitud o de intereses?
Es perversidad. A menos
que sean absolutos imbéciles, que supongo que no lo son. Pero les
conviene más eso que lo otro. La gente no interesa, la gente es
prescindible, y eso está dentro de la teoría económica neoclásica.
¿Sabes que en un libro de texto de economía neoclásica, la solidaridad
es un acto irracional? ¡Si eso te lo enseñan! Lo de que la única
racionalidad es maximizar tu utilidad, todo lo otro es irracional…
Así que el problema comienza en la educación económica… ¿No se forma correctamente a los economistas?
No. En la época en que
yo estudié Economía estudiábamos todas las escuelas económicas. Dos
cursos fundamentales del currículum eran Historia Económica e Historia
del Pensamiento Económico; ninguna de esas está en ningún currículum hoy
día. Los economistas no tienen ni idea de la historia económica del
mundo ni de qué otros economistas pensaron qué cosas, porque este ya es
un modelo definitivo para la eternidad, o sea que ¿para qué quieres
saber lo que pensaban otros? Fíjate qué estupidez. Y eso en todas las
universidades, se pueden contar con los dedos de la mano las que se han
zafado de eso. En consecuencia ahí tienes una institución que en estos
momentos tiene una inmensa responsabilidad, y es la Universidad.
¿Qué implica este tipo de educación?
Que son economistas
absolutamente incultos, y además con teorías que impiden que entiendan
el mundo real. Lo único que tienen es un modelo matemático, y ese modelo
es la realidad. Y si resulta que ese modelo no funciona no es porque el
modelo esté mal, sino que la realidad hace trampas, y la función de la
realidad es adaptarse a tu modelo. Esa es la actitud. Mientras sigan
produciéndose economistas así no hay manera de cambiar, porque son los
economistas los que tienen acceso al poder: los políticos, los
empresarios, consultan a los economistas. O sea, ¡le consultan al que
menos entiende el mundo real! Es una comedia dramática. Completamente
absurda.
¿Qué implicación tiene en ello la entrada de grandes empresas y bancos a las universidades?
Uno de los problemas que
tiene la Universidad hoy en día es que dejó de ser lo que era y terminó
vendida al mercado. La Universidad funciona de acuerdo a lo que le pide
el mercado. Y el mercado son las empresas… Hay muchas empresas que
hacen donaciones sabrosas a muchas universidades para que eduquen de la
manera en que a ellos les conviene. Harvard educa a niños para Wall
Street, esa es la función. Se llamará la mejor universidad del mundo,
que yo tengo mis serias dudas, pero los educa para Wall Street. Está
todo determinado para satisfacer las codicias de grupos de poder.
Ha afirmado usted en reiteradas ocasiones que los economistas no entienden lo que es la pobreza.
Una cosa es saber y la
otra comprender. Saben todo lo que se puede saber sobre la pobreza, pero
no la comprenden. Tienen todas las estadísticas, y sobre eso hacen
planes para la superación de la pobreza. Pero no han estado en la
pobreza, no han convivido en la pobreza, no han olido, ni han comido ni
han dormido la pobreza. Y eso es tremendamente importante y fue
gravitante en mi vida. Yo era un joven brillante profesor en Berckley,
una de las mejores universidades del mundo. Tenía 27 años, orgulloso.
Cuando me fui a trabajar con organismos internacionales a zonas de
pobreza, recuerdo que estaba en la sierra peruana, en una comunidad
indígena, un día muy feo, había llovido… Yo estaba parado en el barro y
frente a mi, otro hombre pequeño, flaco, sin trabajo, cinco hijos, una
mujer, una abuela… Y nos miramos, y en ese momento fue para mí como una
puñalada, ¿qué le puedo decir a este hombre? Y me di cuenta de que no
tenía lenguaje. No tenía nada coherente que poder decirle. En el momento
en que miré a lo ojos a la pobreza, me quedé mudo.
De ahí acuña después el concepto de economía descalza…
Me di cuenta de que todo
lo que había estudiado no me servía para nada. Ahí cambié radicalmente
como economista y surgieron mis principios de economía descalza, desarrollo a escala humana,
etc. Una cosa es tener información y la otra es comprender. Y yo diría
que, como problema general, nuestra época se caracteriza porque sabemos
muchísimo pero comprendemos muy poco. Y la diferencia entre saber y
comprender te la puedo ilustrar de mi manera favorita: puedes estudiar
todo lo que se pueda estudiar, desde una visión teológica,
antropológica, sociológica, biológica, química, bioquímica, neurológica…
sobre un fenómeno humano que se llama amor. El resultado es
que vas a saber todo lo que se puede saber sobre el amor, pero nunca vas
a comprender el amor a menos que te enamores. Es decir, que sólo puedes
comprender aquello de lo eres parte. Si no eres parte, sólo tienes
información.
Información no nos falta hoy en día…
Piensa que nunca en la
historia de la humanidad se ha juntado tanto conocimiento como en los
últimos cien años, ¡y mira cómo estamos! Me pregunto para qué diablos
sirvió todo ese conocimiento con un mundo destrozado, hecho pedazos,
como en el que estamos viviendo ahora. No necesitamos saber más, lo que
necesitamos es comenzar a comprender, y para comprender tienes que
integrarte. Mientras no nos demos cuenta de que todo está integrado con
todo, mientras sigamos con un mundo atomizado, con una visión
cartesiana, no se resuelven los temas. La pobreza es eso. Tú eres parte
de los pobres. Por eso yo siempre he dicho que uno no puede hacer nada
por los pobres, uno sólo puede hacer con los pobres. Métete, ve qué
potenciales hay en una comunidad pobre, y sobre esos potenciales,
construye. Pero desde tu oficina, con aire acondicionado y con todas las
estadísticas, hacer el gran plan como lo hacen en el Banco Mundial no
sirve para nada.
Desde 2008 hasta ahora. ¿Podemos encontrar algún ejemplo de medidas económicas bien aplicadas en algún país?
El ejemplo más notable y
más espléndido es el de Islandia. Es el único país que no socializó el
disparate. Islandia tenía cuatro bancos, que eran bancos nacionales.
Privatizó los bancos, que se metieron inmediatamente en el baile de
todos los otros bancos. A la vuelta de seis meses ya tenían deudas que
eran como cinco veces el PIB de Islandia. Llegó el momento del colapso, y
la reacción de toda la ciudadanía de Islandia fue ‘nosotros no pagamos
un centavo, si quebraron, que quiebren, y además que se vayan a la
cárcel’. Quebraron los cuatro bancos, juzgaron a los tipos, fueron a la
cárcel y están presos. El único país que lo hizo. Ahora, llama la
atención de que se sepa tan poco eso, que no se haya divulgado, y la
razón es obvia, imagínate que hubiese provocado contagio, y que ustedes
hubiesen hecho lo mismo. ¿Te das cuenta qué terrible para los pobres
banqueros? Eso me recuerda a una propuesta muy simpática que hizo mi
amigo Galeano, por qué no creamos el movimiento ‘sea generoso y ayude a
una banquerito’. Islandia hizo lo que había que hacer, y mira cómo está
Islandia ahora, espléndida.
¿Por qué no se hizo en otros lados?
Si los otros lo hubieran
hecho se habría resuelto el problema. Pero surgen conceptos como ‘es
que es demasiado grande para que caiga’, ‘es demasiado poderoso para ir a
la cárcel’, todo ese tipo de conceptos, ‘too big to fail’, ¡demasiado
grande para fracasar! Todos esos conceptos estúpidos. Si tú quieres ser
delincuente impune tienes que ser lo más grande posible. Pero anda a
robar una gallina porque tienes hambre, que vas a pasar cinco años
preso. Eso sí que es inaceptable, es un peligro para la sociedad. Estos
monstruos ahí están, más gordos que antes. En medio de la crisis, la
plata para salvarlos se la repartieron con bonos multimillonarios para
que se fueran a casa. El que menos se llevó 20 millones de dólares en el
bolsillo, por el buen trabajo realizado. ¿Y los que perdieron la casa
porque no pudieron pagar la hipoteca? ¿Los que perdieron el trabajo, el
ahorro? Bien, gracias, ahí están.
Ha mencionado antes el concepto de desarrollo a escala humana, ¿en qué consiste?
Es un desarrollo que
está orientado hacia la satisfacción de las necesidades humanas
fundamentales. Y no está basado meramente en el crecimiento, porque el
crecimiento y el desarrollo son dos cosas completamente distintas. Y el
desarrollo no necesita necesariamente de crecimiento. El crecimiento es
una agregación de magnitudes cuantitativas, y el desarrollo, de
elementos cualitativos, creativos. El desarrollo no tiene límites y el
crecimiento sí: no hay nada que pueda crecer para siempre. Y como decía
Kenneth Boulding, ‘el que piensa que en un mundo finito el crecimiento
perpetuo es posible, o está loco o es economista’. Lo que yo propongo
hoy día para una nueva economía, coherente con los problemas que
tenemos, es una economía que se basa en cinco postulados y un principio
valórico irrenunciable:
- La economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía.
- El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
- El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no implica necesariamente crecimiento.
- Ninguna actividad económica es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
- La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, en consecuencia el crecimiento permanente es imposible.
- El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
- El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no implica necesariamente crecimiento.
- Ninguna actividad económica es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.
- La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, en consecuencia el crecimiento permanente es imposible.
Y el principio valórico
en que debe sustentarse es que ningún interés económico, bajo ninguna
circunstancia, puede estar por encima de la reverencia por la vida.
Recorre esa lista uno por uno y verás que lo que tenemos hoy es
exactamente lo contrario.
¿Y llegaremos, como humanidad, a darnos cuenta a tiempo de esto?
No sé, porque no tengo
una bola de cristal, pero el ser humano es siempre lo suficientemente
estúpido para no reaccionar mientras no se haya llevado un golpe. De
manera que creo que queda mucho sufrimiento por delante todavía. Y en
muchos aspectos ya hemos cruzado el punto de no retorno. El mundo ya
nunca volverá a ser lo que fue.
Si tuviese la oportunidad de tomar las riendas de la economía mundial, ¿por dónde comenzaría a corregir errores?
Ya te dije antes,
primero educar a economistas que entiendan el mundo. Eso para mí es el
paso número uno. Y en seguida, reforzar al máximo el mirar hacia
adentro, fortalecer las economías locales y regionales, fortalecer lo
pequeño y lo mediano, y olvidarse de la pura globalización. Porque esta
globalización ha terminado siendo tremendamente destructiva, con
impactos espantosos en el planeta, llena de absurdos y de disparates que
son imposibles de comprender. Donde vivo yo, en el extremo sur de
Chile, que es una zona agrícola maravillosa, el otro día, cuando fui a
comprar la verdura, estaba sacando unos ajos, y resulta que ahora los
ajos que se venden en Valdivia ¡son ajos que vienen de China! Cuando
nosotros producimos ajos maravillosos.
Efectos de la globalización…
¡30.000 kilómetros de
viaje de ajos a un lugar donde se produce ajo! ¿Puedes entender una
estupidez como esa? Y el argumento del economista es que es más barato.
Claro, ahí está la trampita genial de los economistas, que inventaron
esa cosa que se llama externalidades, que los impactos que provoca es
una externalidad que no tiene nada que ver conmigo. El impacto que
significa ese traslado en términos ambientales, de emisión de gases,
etc. eso no entra en el precio. El hecho de que vas a destruir el
producto local tampoco entra en el precio. Que ese ajo viene subsidiado
por el gobierno chino, eso tampoco se considera en el precio.
Simplemente se cuenta que este vale 3 y este otro 3,50. Los economistas
están llenos de esos trucos, y lo de las externalidades es uno de los
más escandalosos, porque es no hacerte responsable de los efectos que tú
estás provocando. Eso es inaceptable. Anticientífico por definición.
Tiene que ver con no tener en cuenta escenarios que vayan más allá de lo inmediato…
Claro que sí. Yo siempre
me pregunto, toda esta gente que está destruyendo el medio ambiente de
forma escandalosa, ¿ninguno de estos tíos se ha puesto a pensar que va a
tener nietos, biznietos, y en el mundo que les van a dejar? ¡Creo que
no se les pasa ni siquiera por la mente! El negocio está en la plata que
voy a ganar de aquí al próximo año con esta especulación. Eso es lo que
interesa, el resto no tiene ninguna importancia. ¡Por eso es muy
perverso!
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